¿Está el aire que respiras destruyendo tu cerebro?
- Pi San Capatt
- 16 jun
- 2 Min. de lectura

La demencia es uno de los desafíos de salud global que más rápidamente crece. Aunque la edad sigue siendo el principal factor de riesgo, investigaciones recientes revelan otro contribuyente a menudo pasado por alto: la contaminación del aire.
En su artículo para la European Public Health Alliance (EPHA), titulado “Addressing air pollution to reduce dementia risk”, Angela Bradshaw destaca el creciente cuerpo de evidencia que vincula la exposición prolongada al aire contaminado con el deterioro cognitivo y la demencia.
Cómo llega el aire contaminado al cerebro
Las partículas finas (PM2.5) son lo suficientemente pequeñas como para penetrar profundamente en los pulmones y entrar al torrente sanguíneo. Una vez allí, pueden viajar hasta el cerebro y provocar inflamación, daño celular y alteraciones en la barrera hematoencefálica. El dióxido de nitrógeno (NO₂), que se emite principalmente por el tráfico, también se sospecha que contribuye a procesos neurodegenerativos.
Varios estudios a gran escala han demostrado un patrón claro:
Cuanto mayor es la exposición prolongada a la contaminación del aire, mayor es el riesgo de padecer Alzheimer u otras formas de demencia, incluso en personas por lo demás sanas.
¿Quiénes corren más riesgo?
Las personas más vulnerables a los efectos de la contaminación del aire sobre la salud cognitiva incluyen:
Adultos mayores que viven en zonas urbanas con alta emisión vehicular.
Niños, especialmente durante las primeras etapas del desarrollo cerebral.
Personas con enfermedades crónicas, que pueden sufrir efectos acumulativos más severos.
Incluso individuos aparentemente sanos no están exentos, especialmente si pasan mucho tiempo en edificios con mala ventilación o sistemas de filtración obsoletos.
Este problema se vuelve aún más urgente al considerar que el aire interior puede estar entre dos y cinco veces más contaminado que el aire exterior, especialmente en edificios herméticos o con escasa ventilación.
Qué pueden hacer los responsables de edificios
La salud comienza con el aire que respiramos.
Proteger la salud cognitiva empieza por una filtración de aire efectiva: no solo para el bienestar actual, sino como inversión en la vitalidad mental a largo plazo.


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